Resumen de El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo
Cuando Javier Castillo publicó en 2017 El día que se perdió la cordura, el mundo se paró para hablar de este libro. Parecía que no existía un alma que no lo hubiera leído y, poco a poco, se convirtió en un éxito sin precedentes en el género del thriller psicológico nacional.
El día que se perdió la cordura ya había sido un éxito en formato digital. Dicho éxito fue lo que ayudó a esta novela a dar el salto en papel. Hoy, Javier Castillo se ha convertido en un autor reconocido, capaz de mantener a sus lectores enfrascados durante horas en thrillers con giros inesperados.
Jacob Frost: conocido como "El Decapitador", Jacob es un muchacho que fue maltratado por su padre y, a pesar del amor que le tenía a su madre, abandonó a su familia. Es apresado en un hospital psiquiátrico por haber decapitado a dos mujeres. Amanda Maslow es el amor de su vida.
Doctor Jesse Jenkins: director del hospital psiquiátrico, muy reconocido por ser un gran profesional. Se siente fascinado por la frialdad de Jacob y, más adelante, lo odia con toda su alma por haber matado a su hija.
Stella Hyden/Amanda Maslow: agente del FBI encargada del caso de El Decapitador. En realidad, es Amanda Maslow, una muchacha que desapareció cuando tenía 17 años mientras veraneaba en Salt Lake y entablaba una relación amorosa con Jacob.
Personajes secundarios:
Laura Jenkins: exmujer del doctor Jenkins. Desapareció dos días después de dar a luz a su hija.
Claudia Jenkins: hija del doctor Jenkins, tiene 17 años y está pasando unos días con sus tíos en Canadá.
Steven Maslow: padre de Amanda y Carla, un hombre muy trabajador y distante al que le cuesta mostrar afecto.
Kate Maslow: madre de Amanda y Carla. Se trata de una mujer cariñosa y estricta a la que le gusta cuidar de sus hijas.
Carla Maslow: hermana pequeña de Amanda, de 7 años. Una chiquilla muy activa y juguetona. Su padre la atropella accidentalmente y cae en coma; posteriormente, desaparece del hospital.
Resumen de El día que se perdió la cordura
Una Navidad macabra
La historia comienza en Boston, el 24 de diciembre de 2013, cuando un hombre camina por la calle desorientado y con el rostro tranquilo y sereno. Está totalmente desnudo, tiene el cuerpo cubierto de sangre y sostiene una cabeza decapitada de una joven en la mano. La policía interviene y le apresa de inmediato, mientras el hombre sonríe y disfruta del macabro espectáculo del que es protagonista.
Dos días después, como en los interrogatorios no consiguen que el hombre confiese nada, la policía lo envía a un centro psiquiátrico para que la evaluación psicológica ayude en el caso. El hombre se mantiene tranquilo, sentado en la oscuridad, y no dice absolutamente nada, ni siquiera pide comida o agua.
El doctor Jenkins, director del centro psiquiátrico, llega a comisaría para averiguar si alguien ha ido a visitar al hombre misterioso, o si éste ha pedido algo, pero el hombre es como una sombra a la que sólo siguen los reporteros, que querían saber quién era "El Decapitador", a quién había matado y por qué. El doctor Jenkins había hablado con su personal antes de ir a buscar a El Decapitador, incidiendo en los riesgos de hablar con la prensa sobre el caso, e hizo énfasis en que no podían aceptar sobornos porque eso afectaría mucho al centro y les saldría muy caro.
Cuando se encuentra con El Decapitador, el doctor Jenkins comienza a hablar con él, contándole lo famoso que es ahora y lo intrigado que está él con su caso, insistiendo en que sabe que su calma y su silencio sólo forman parte de una estrategia para que crean que él tiene el control, cuando en realidad no es así. El doctor Jenkins le habla con amabilidad, haciéndole creer que está de su lado, y le explica que, si colabora, podrán resolver el asunto rápidamente. El Decapitador sólo le mira y sonríe.
Un verano diferente
Pasamos al 13 de junio de 1996. Estamos en Salt Lake, el destino preferido por muchas familias pudientes para pasar las vacaciones de verano. Allí llega una familia normal que sólo quieren pasar un verano tranquilo, lejos del ajetreo del día a día.
La familia está compuesta por Steven Maslow, un padre que trabajaba sin descanso; Kate, una madre cariñosa que disfrutaba de una vida tranquila cuidando a su familia; Amanda, la hija mayor, con 17 años y muy hermosa, obstinada y malhumorada; y Carla, la pequeña de 7 años, un torbellino incansable.
Cuando llegan a la casa de verano, Amanda ve que debajo de las losas de la entrada había un papel amarillento y doblado varias veces. La joven lo cogió y se lo guardó en el bolsillo sin decírselo a nadie, como si fuera su pequeño secreto.
Llega Stella
Volvemos a Boston, 26 de diciembre de 2013. Ya son más de 150 los medios de comunicación que esperan fuera del hospital psiquiátrico para saber más sobre El Decapitador. Dentro del centro, el doctor Jenkins intenta comunicarse con el hombre, en vano. Éste se limita a sonreír sin decir palabra. Entonces, llega una agente asignada por el FBI para ayudar a detallar el perfil psicológico del hombre: Stella Hyden.
La agente Hyden le pregunta al doctor qué es lo que ha podido averiguar del hombre, e incide en la urgencia de llegar al fondo del caso. Se muestra segura y confiada, sin temor, ya que tiene experiencia perfilando los detalles de la psicología de los asesinos en serie. Lo que no sabe es que este caso será diferente a todos los que se ha enfrentado: El Decapitador logrará revolver la mente de la agente Hyden y ésta desenterrará recuerdos perdidos en su memoria sobre un pasado oculto.
Un bosque mortal
Ahora nos situamos en Quebec, Canadá, el 25 de diciembre de 2013. En una zona boscosa del Parque Nacional de la Maurice, el silencio del atardecer se vio interrumpido por un grito desgarrador. Dentro del bosque, lejos del centro psiquiátrico de Boston, la silueta de una persona encapuchada empuñaba una afilada hacha.
Un hombre de papel
Volvemos a Salt Lake, el 13 de junio de 1996. La familia ya se ha instalado en la casa de verano y Amanda y Carla juegan recorriendo las habitaciones del lugar. A través de los ventanales podían ver las casas contiguas, un paisaje que fascinaba a Carla, pero aburría a Amanda.
La joven recuerda la nota que encontró en la entrada y la abre, y lo que lee le deja el estado de shock: en la nota amarillenta y sucia se podía leer "Amanda Maslow, junio de 1996". Para desviar la atención y que nadie se diera cuenta de la nota, Amanda se va con su hermanita Carla a explotar la casa y la pequeña encuentra un frasco nauseabundo. En su interior hay un gato en estado de descomposición cubierto de gusano.
La cabeza en una caja
Volvemos a Boston, 26 de diciembre de 2013. El doctor Jenkins y la agente Hyden se muestran confusos antes la sonrisa confiada de El Decapitador, ya que no eran capaces de averiguar si se trataba de un enfermo mental o un asesino frío y cruel.
El doctor habla con Hyden sobre lo popular que se ha vuelto el caso, ya que todos los días reciben cientos de cartas y paquetes de personas que se sentían relacionadas con el mismo. También le da el informe de El Decapitador a la agente para que se documente sobre la investigación preliminar.
El doctor Jenkins siente curiosidad por un enorme paquete que viene de Canadá, por lo que decide abrirlo. Cuando ve su interior, da un grito de espanto, pues dentro de la caja había una bolsa de plástico con una cabeza decapitada de una mujer dentro de ella. También había una nota escrita en papel envejecido que rezaba: "Claudia Jenkins, diciembre de 2013". Al leer el nombre, la agente Hyden se imaginó lo peor, mientras que el doctor Jenkins apenas pudo decir en un hilo de voz: "es mi hija".
Una vuelta por el lugar
Volvemos a Salt Lake, el 13 de junio de 1996. Kate trata de negociar con Amanda para que ésta cambie su comportamiento, aunque sea durante las vacaciones. Le dice a Amanda que, si se comporta, la dejará pasar el verano en Nueva York tal y como ella quería. Amanda accede y va con su padre a caminar por los alrededores, tratando de mimetizarse con la actitud de su familia y estrechar lazos. Es aquí donde se cruzan los dos personajes más relevantes de la historia: Amanda y Jacob.
Durante su salida, padre e hija se dan cuenta de que en Salt Lake las cosas no son lo que parecen. Encuentran una escalera en espiral y se disponen a bajarla, sin saber que les conducirá hacia un futuro de locura y miedo.
Una sentencia de muerte
Ahora nos situamos en Boston, el 23 de diciembre de 2013. Un desconocido habla consigo mismo mientras se mira en el espejo. Está satisfecho por su aspecto pálido y sus marcadas costillas, pues había estado preparando ese cambio físico extremo durante años y por fin lo había logrado.
Por su conversación se puede discernir que ese hombre está desequilibrado. Además, tiene una mesa con algunos elementos dispuestos con una organización meticulosa: cuerdas, unas fotos, cintas, sacos y un hacha. Su conciencia está cargada de muerte, de culpa y de arrepentimiento, sentimientos que no lo dejan en paz. Sus pensamientos los torturan tanto o más de lo que él torturaba a las mujeres a las que asesinaba a sangre fría.
Uno de esos pensamientos resonaba como un eco: "Voy a cambiar el mundo, moveré el cielo y esperaré una eternidad para recuperar su recuerdo, su sonrisa, pero, sobre todo, para recuperar la cordura".
Alguien me observa
Volvemos a Salt Lake, esta vez el 14 de junio de 1996. Amanda estaba sola en el coche familiar y no podía dejar de pensar en la nota. Su corazón da un vuelco cuando, a lo lejos, ve una extraña figura que está inmóvil, observándola fijamente.
Más adelante, Amanda continúa su paseo por Salt Lake con su padre. Quieren ir a comprar pizza y otros víveres para darse un capricho vacacional, pero Amanda está muy preocupada por la nota y, además, la figura misteriosa la dejó aterrada. Demasiados nervios y estrés para una adolescente.
Amanda y su padre finalmente van a comprar vino y el dependiente se queda absorto con Amanda mientras les atiende. Este dependiente charla animadamente con Steven, el padre de Amanda, pero no le presta atención realmente porque no deja de mirar fijamente a su hija.
Cuando llegan a la gasolinera, una anciana saluda a Steven por su nombre, y éste le pregunta cómo sabe su nombre, a lo que la anciana le responde que él y su familia son bien conocidos en Salt Lake, como si fueran famosos. Todas estas situaciones hacen que Amanda se sienta observada y sólo piense en huir, porque presiente que pasa algo turbio, pero no sabe qué puede ser. Sin embargo, no le comenta nada a su padre, ni siquiera cuando otra anciana la llama a ella por su nombre sin conocerla, algo que la inquieta todavía más.
Cuando se despide del dependiente, Steve le dice que puede llamarle por su nombre y no tratarle de usted, a lo que él contesta con respeto: "Encantado de conocerle, Steven. Mi nombre es Jacob".
De vuelta a casa, Steven y Amanda atropellan accidentalmente a un hombre que caminaba apresurado con una bolsa de naranjas. Después de unos segundos de tensión, el hombre se levanta y sigue caminando. Steven insiste en llevarle al hospital, pero él se niega y Steven decide darle una botella de vino por las molestias. Ambos hombres se presentan, y el hombre atropellado dice: "Soy el doctor Jenkins. Tengo que ir a ver a mi esposa, que acaba de dar a luz a nuestra primera hija".
Un asesino sin voluntad
Nos encontramos en Quebec, Canadá, el 26 de diciembre de 2013. Un hombre desaseado y con una barba de varios días se despierta con el amanecer. Se encuentra en un ligar sucio y viejo. Se dirige a la cocina para saciar su hambre y allí saca una navaja afilada que guarda en su bolsillo. Mira sus manos ensangrentadas y empieza a recordar.
Tiene una sensación extraña en su interior. Se sienta frente al televisor y ve una noticia que se repite en todos los canales: ha aparecido un decapitador y nadie sabe quién es. El hombre se levanta corriendo, bosque adentro, y recuerda lo ocurrido la noche anterior. En su bolsillo encuentra un papel escrito y lo lee con una sensación de rabia y odio.
El hombre coge su camioneta vieja y se dirige a la gasolinera para llenar el tanque mientras lágrimas acaricias su rostro. No quiere llorar ni sentir, pero no puede evitarlo. Utiliza un teléfono público para marcar un número y, cuando una mujer responde, ella dice: "Steven, ¿eres tú?". Él responde: "Pronto terminará todo".
Al atardecer el hombre llega a Nueva York con su camioneta vieja. Se encuentra atascado en un mar de coches, por lo que sale de la camioneta y se detiene entre el gentío, que lo esquiva y lo ignora. El hombre sigue con el papel en la mano, papel que reza: "Susan Atkins, diciembre de 2013". El hombre no sabía qué había hecho ella para morir y se hacía esa pregunta una y otra vez, invadido por el arrepentimiento.
En su mente repasaba la forma de hacer el trabajo, imaginando los detalles para cubrir su rastro, esconderse y esperar el momento adecuado para llevarse el cuerpo de la chica. No le asustaba, ya que llevaba años haciendo lo mismo. Más de seis horas después completó el trabajo y, con una increíble tranquilidad, bajó las escaleras con el cuerpo, lo metió en su camioneta y arrancó.
Comienza el juego
26 de diciembre de 2013 en Boston. En vista del macabro hallazgo del paquete en el hospital psiquiátrico, la agente Hyden decide liderar la investigación, a pesar de que sentía que no tenía fuerzas para afrontar lo que sucedía. Sin embargo, finge estar serena y confiada frente a la prensa, que la increpaba con miles de preguntas.
Aunque la agente Hyden intentaba estar centrada y controlar la situación, en varios momentos se queda helada, pues su mente regresaba a la horrible imagen del interior de la caja. Se sentía abrumada, nerviosa, asustada, pero sigue con la rueda de prensa y promete encontrar al culpable.
Para su sorpresa, el doctor Jenkins sí que está tranquilo, recuperado y dispuesto a trabajar. Su entereza es imposible de asimilar. Le dice a la agente Hyden que él debería hacerse cargo del caso, pues sentía que tenía esa responsabilidad con su hija. Su muerte había sido su mayor desgracia y quería encontrar respuestas.
Por fin está todo preparado para la evaluación psicológica de El Decapitador, y de la agente Hyden dependerá que se le considere un enfermo mental o un asesino cruel y calculador que deberá pagar su castigo en la cárcel. Cuando el doctor Jenkins entrevista a El Decapitador, éste sigue sin hablar, de modo que el doctor Jenkins lo amenaza con aplicarle descargas eléctricas si no colabora. Para sorpresa de todos, la estrategia funciona y El Decapitador le dice al doctor que siente lo de su hija.
La entrevista sigue como un enfrentamiento, con preguntas inteligentes por parte del doctor y respuestas aún más inteligentes por parte de El Decapitador. A veces el doctor se derrumba porque sólo pensaba en matar a quien le quitó a su hija con tanta frialdad y de forma tan cruel. Finalmente, el doctor se marcha y la agente Hyden se preparar para entrevistar ella a El Decapitador, mostrando seguridad, pero sintiéndose horrorizada por el encuentro. Cortésmente le pregunta su nombre al asesino, y éste dice: "Mi nombre es Jacob".
La agente Hyden siente un escalofrío, pues nunca se había topado con un criminal tan frío e inteligente. Fue capaz de entrar en la mente de la agente Hyden y dominarla con una sola frase: "Necesitaba encontrarte, Stella Hyden".
Jacob
Seguimos con la entrevista entre la agente Hyden y Jacob. El hombre le cuenta a la agente detalles sobre su niñez y adolescencia: convivía en la pobreza con una madre cariñosa, desvalida y miserable, que perdonaba al borracho y violento de su marido, el cual maltrataba a ambos. Explicó cómo en muchas ocasiones tuvo que proteger a su madre de los golpes de su padre y cómo intentaba convencerla para abandonarlo, pero ella nunca lo hizo. Por eso, un día decidió marcharse por sí solo y huir de esa miseria.
Mientras la entrevista sigue, el doctor Jenkins va a un bar, agobiado, y lo atiende un hombre muy amable y hablador, que le dice que estaba muy impactado por la imagen de El Decapitador con la cabeza sangrante en las manos. Era como si la pesadilla acompañase al doctor allí donde fuera, por lo que se fue del bar y se marchó a casa. Al llegar ni siquiera encendió la luz, ya que nada tenía sentido para él. Entra a la habitación de su hija y miró sus cosas: sus libros, sus fotos, sus detalles. Comenzó a llorar, sintiéndose culpable de haberla enviado a Canadá a pasar un tiempo con sus tíos.
Se acercaba la noche y Jacob seguía con su relato, la agente escuchando atentamente. Jacob relataba cada pensamiento, cada sensación, con una exactitud pasmosa. Le contó a la agente Hyden que llegó a Salt Lake en mayo de 1996, hacía 17 años, buscando alejarse de su drama familiar y empezar una nueva vida. Un día, dos policías entraron a la tienda de su tío para comunicarle que su padre había matado a su madre y que iba a pasar toda la vida entre rejas. Ese acontecimiento cambió radicalmente su vida. En junio conoció a Amanda y pocos días después se animó a invitarla a la feria del pueblo, pues se sentía muy atraído por ella. Se imaginaba pasando la vida junto a ella. Amanda aceptó, y eso hizo que se enamorase perdidamente de ella.
Volviendo a la casa del doctor, éste seguía revisando las cosas de su hija. Encontró un extraño álbum de fotos que no sabía que existía, y se perturbó al ver que, en las fotos de su nacimiento, de su crecimiento, de cuando aprendió a caminar y vivió tantos momentos memorables, había algo inusual. Sacó el papel en el que estaba escrito el nombre de su hija, aquel papel que estaba en el paquete. Vio que en la parte de atrás de las fotografías había un asterisco perfectamente centrado, igual que en la nota con el nombre de su hija. En el reflejo, también ve a su esposa desaparecida, que estuvo allí durante años sin que él lo supiera.
La huida
La agente Hyden y Jacob habían estado charlando hasta la madrugada del 27 de diciembre de 2013. El Decapitador explicaba cómo, a pocos minutos de conocer a Amanda, ya supo que era el amor de su vida. De repente, entra el doctor Jenkins en la sala pensando que el prisionero estaría solo, pero encontró que la agente Hyden seguía con la entrevista. Jacob explica que no es un asesino aislado, sino que él forma parte de un todo, de un rompecabezas del cual ellos forman parte y que iban a terminar frente a sus ojos.
Jacob confiesa que, cuando fue a buscar a Amanda para llevarla a la feria, se encontró con una mujer demente, despeinada, con el rostro desencajado, que entraba corriendo a una de las casas vecinas. Se trataba de Laura, la esposa desaparecida del doctor Jenkins. Laura, en medio de la locura, convenció a un grupo de personas tanto o más desequilibradas que ella a matar a unas muchachas con las que ella soñaba. Laura soñaba con nombres y fechas en las que las muchachas debían morir, porque, si no lo hacían, se desencadenarían mayores males para la humanidad.
Aquí es donde se generó toda la locura: los sueños de Laura le causaban pánico, pues estaba convencida de que una muerte era mejor que la de miles y que, así, detendría un posible apocalipsis. Cuando despierta el 27 de diciembre en Boston, escribe en un papel: "Stella Hyden, final de los días". Laura la busca sin descanso hasta que, en un comercio donde había muchas pantallas de televisión, ve a la agente Hyden en una rueda de prensa en el hospital psiquiátrico.
Jacob convence a la agente Hyden de que, si lo dejaba ir y lo acompañaba, podrían detener muchas muertes que estaban por suceder. La agente accede y ambos huyen del lugar. Llegan a Salt Lake y allí se encuentran a Laura, quien les advierte que hay cosas que deben cumplirse a cualquier precio. Luego llega el doctor Jenkins en busca de respuestas, sintiéndose atrapado en una pesadilla sin sentido, volviendo a encontrarse con las personas que, 17 años atrás, se cruzaron en su vida y la cambiaron para siempre.
El desenlace
Cuando Amanda encontró el papel con su nombre, no se imaginaba que lo que tenía entre manos era una sentencia de muerte. Esa nota desencadenó una serie de acontecimientos y persecuciones que tuvieron un trágico final.
Jacob descubrió que existía un grupo de fanáticos que asesinaba personas siguiendo lo que dictaban los sueños de Laura, pues todos estaban convencidos de que así evitarían la muerte de muchas más personas. Laura despertaba de sus pesadillas y escribía el nombre de su próxima víctima, a la cual vigilaban de cerca hasta encontrar el momento de matarla sin que nadie interviniera, en un ciclo de locura sin fin.
Los fanáticos de Laura también escribían los nombres de las muchachas en pequeños papeles, con una fecha según la cual debían morir, tal y como soñaba Laura. Además, marcaban el reverso del papel con un asterisco de nueve puntas que simbolizaba a la muerte, como un recordatorio de que estaban bajo los designios del destino.
Jacob vivió una noche de ensueño con Amanda en la feria, quien le confesó sus temores, y él prometió estar junto a ella y protegerla siempre. Sin embargo, despierta viendo que Amanda ha desaparecido y la busca sin éxito. Se encuentra con Steven, quien está preocupado por su hija y, sumido por el miedo al no saber de su paradero, tiene un fatídico accidente en el que atropella a su hija menor, Carla, y la deja en coma. Para mayor desgracia, la niña desaparece del hospital.
Ese verano Steven vivió un giro en el que perdió a toda su familia y se encontraba solo y aturdido. Además, alguien dejó en su casa una fotografía de su hija Amanda amordazada y atada en una silla. Steven se prometió recuperar a su hija sana y salva, misión que le llevó 17 años.
En el presente, Laura amenazaba a todo el mundo con un arma. Jacob por fin había encontrado a la persona que había desatado la locura. Por su parte, la agente Hyden forcejea con ella para terminar con todo. Laura estaba muy nerviosa porque había leído el nombre de Stella Hyden en el papel y quería que desapareciera para evitar una catástrofe, pero la agente confiesa: "no soy Stella Hyden, soy Amanda Maslow".
El destino hizo que un grupo de personas se encontrasen continuamente, evadiendo a la muerte, pero existía la confusión de quienes perseguían a Stella Hyden. Ella era el punto final de esta historia, pero resultó que Stella Hyden era en realidad Amanda Maslow, la chica que una vez fue a Salt Lake y ahora había regresado al pueblo para terminar la locura en el mismo lugar en el que comenzó. Cuando llega el FBI, Amanda y Jacob se sonríen, sintiendo que habían vencido al destino.
Epílogo
En un futuro distante, en un lugar desconocido, una mujer se encuentra encerrada en un monasterio frío y silencioso, iluminado con la solemnidad de la luz de las velas. Está habitado por misteriosos monjes que llevan comida hasta la celda donde se encuentra esta mujer.
En medio de la oscuridad y aislada, esta mujer entrega un papel sin mediar palabra. En el papel reza: "Jacob Frost, diciembre de 2014". Y la mujer se trata de la pequeña Carla.
Opinión de El día que se perdió la cordura
El día que se perdió la cordura es una carrera contrarreloj, una sucesión de eventos que se entrelazan poco a poco hasta armar un rompecabezas donde la muerte y el destino son los protagonistas principales.
Sin embargo, si bien cumple con todos los elementos para convertirse en un éxito del misterio, El día que se perdió la cordura falla un poco en su ejecución. Se trata de un libro un poco atropellado, que profundiza poco en sus personajes y, por ende, cuesta empatizar con ellos, algo clave en una historia donde tenemos que temer por la vida y seguridad de cada uno.
También tiene un estilo poco elegante. Los amantes de la literatura comprobarán que no se trata de un libro especialmente bien escrito; sin embargo, esto ayuda a que se convierta en una lectura ligera, perfecta para un viaje. Un "libro de avión", como los llaman. El día que se perdió la cordura puede ser una buena iniciación en el género, pero si uno ahonda un poco más, comprobará que está muy lejos de ser de los mejores.
Última actualización: 13 octubre, 2020
Lector empedernido y amante de la fotografía. Me encanta la literatura de fantasía y ciencia ficción. Escribo resúmenes, opiniones y reseñas para ayudarte a decidir tu próximo libro.
Pablo Navarro
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Pablo. Tu intención al realizar un resumen de la novela se agradece; sin embargo, necesitas mejorar tu redacción pues mezclas los tiempos, no me refiero a la cronología, sino a tu forma de utilizar los verbos. Elige mejor el tiempo presente con valor a pasado, al narrar. Saludos