Se suele comparar constantemente la obra de George Orwell y Aldous Huxley, ya que ambos imaginaron cómo sería una sociedad distópica carente de libertades individuales. Orwell lo plasmaba en su libro 1984 con una distopía donde los ciudadanos eran vigilados a todas horas y la censura estaba a la orden del día; Huxley optó por crear una falsa utopía donde no haría falta censura, ya que los ciudadanos no querrían culturizarse, informarse ni cuestionar nada. E, irónicamente, Un mundo feliz se ha acabado acercando más a nuestra realidad.
Publicada en 1932, Un mundo feliz es la novela más famosa de Huxley, y supuso el anticipo de diferentes realidades actuales: tecnología reproductiva, cultivos humanos y, sobre todo, el uso de fármacos y drogas para manejar las emociones. Nació así una historia en la que cada persona era consciente de su estatus y su lugar en el mundo, y existe una felicidad permanente siempre y cuando se tome la pastilla de la felicidad: soma. Así, en Un mundo feliz se alcanza la ansiada paz y felicidad a costa de otros valores: la familia, la cultura, la filosofía y, sobre todo, el amor.
Nos encontramos en Utopía, una sociedad utópica y sencilla donde no hay cabida para la tristeza ni los sentimientos negativos. Irónicamente, la felicidad tiene un alto coste, ya que tampoco se permite amar, aumentar la familia y tener conocimientos humanísticos.
En este panorama conocemos a un grupo de estudiantes hablando sobre las normativas del estilo de vida de Utopía. El director de la zona, que se postula como la máxima autoridad, deja claro que el planeta está gobernado bajo su mando y menciona que una nueva vida nace a través de huevos que se protegen en botellas. De este modo, arremete contra las ciencias humanísticas y pone en duda la existencia de los filósofos y los literatos, que corrompen la armonía de la sociedad.
Los estudiantes acompañan al director en un paseo para contemplar todas sus invenciones tecnológicas. Aquí el director explica cómo se establece la clasificación de los humanos en la sociedad de Un mundo feliz:
Ciudadano Alfa: de clase alta y sin limitaciones económicas, es decir, la élite.
Ciudadano Beta: de clase media-alta, sin los mismos privilegios que los Alfa, pero con pocas limitaciones.
Ciudadanos Gamma y Delta: de clase media-baja, suelen ser obreros.
Ciudadano Epsilon: de clase baja y dependientes del trabajo y las regalías del director. No suelen ser inteligentes para que no se rebelen.
El director, por su parte, es un ser superior capaz de gobernar por encima de todos junto a otros nueve gobernantes. Aprendemos también que a los habitantes de Utopía no se les enseña nada de historia para que nadie pueda transformar el pasado y trasladarlo al presente de forma que le favorezca. Además, ningún ciudadano puede experimentar nada que no sea felicidad, y por eso a todos los bebés que nacen se les da una pastilla, llamada soma, para mantener la alegría estática de forma continua. El amor no está permitido porque puede derivar en dolor, pero sí lo están las relaciones sexuales.
El director pasa a explicar que los bebés de Utopía son acondicionados desde su nacimiento, permaneciendo bajo el sol en un jardín en el que reciben descargas eléctricas en su organismo. Desde pequeños, salvo que formen parte de los Alfa y los Beta, son incentivados con un espíritu de trabajo duro y esfuerzo para que, en el futuro, trabajen como obreros en fábricas. Eso sí, ningún humano puede tener libros en sus casas porque no fomentan el desarrollo de Utopía. Los estudiantes reciben algunos consejos del director, como no aprender francés o alemán porque son lenguas muertas, así como no ser promiscuos ni cambiar de pareja en un lapso de tiempo determinado.
Conocemos a Mustafa Wond, otro gobernante que apoya todo lo relatado por el director. Mustafa recalca lo inútil que es la historia en la sociedad de Utopía y cómo los ciudadanos Epsilon deben alejarse todo lo posible de ella. También comenta que la familia en sí es maligna, así como que las bases de la educación puedan estar cimentadas por un padre y una madre, y alaba cómo en esa sociedad no se venera a ningún Dios, sino que se deben acatar las leyes estipuladas por el empresario Henry Ford, al que consideran prácticamente un ente divino.
Aparecen entonces los que podrían considerarse los personajes principales de la trama: Bernard Marx, un ciudadano Alfa, y Lenina Crown, una mujer de la clase Beta que trabajaba en el departamento de embriones de la fábrica. Bernard, a pesar de ser un ciudadano Alfa, viola las reglas a menudo y se comporta como un ciudadano de otra clase, como la Beta, la Delta o la Gamma, confundiendo al resto de habitantes de Utopía. Lenina, por su parte, trata de seguir las reglas de Utopía a rajatabla y se ha prometido a sí misma no enamorarse nunca de nadie.
De Bernard destaca su inteligencia, algo común en los ciudadanos Alfa. Con esta actitud crítica, Bernard observa cómo las mujeres Alfa rechazan continuamente todo tipo de acercamiento por parte de otros hombres. Bernard, por su lado, no siente ningún interés en las mujeres, ni romántico ni sexual, ni tampoco le gustan los deportes ni las aptitudes físicas; simplemente consume soma de manera fiel, ya que el soma le ayuda a olvidarse de sus inconformidades con la sociedad de Utopía y le mantienen a raya para no romper demasiado las reglas bajo las que se debería regir.
También conocemos a Fanny, una amiga de Lenina que la aconseja involucrarse con hombres de forma sexual, pero sin llegar a enamorarse, para que Lenina supere sus estados de soledad. Lenina es tentada, ya que se siente atraída por Bernard, pero la sociedad estipula que es incapaz de amarlo y ella no quiere enamorarse y romper las reglas. Lenina, de actitud jovial y alegre, rechaza constantemente tener relaciones con otros hombres, y Fanny le insiste demasiado en conocer hombres y tener sexo con ellos, por lo que Lenina accede a intentarlo. Reconoce abiertamente su atracción por Bernard, pero Fanny comenta que no debería involucrarse con él y menos sexualmente, ya que es un hombre bajito y poco agraciado debido a las secuelas en su fecundación.
De casualidad, Bernard escucha un día un diálogo entre Henry, quien es un admirador de Lenina, y su asistente. Ambos hablan de la chica de forma muy poco apropiada, refiriéndose a ella como un mero trozo de carne. Esto indigna a Bernard, pero entonces se da cuenta de que incluso ella tiene esa concepción sobre sí misma. Los hombres descubren a Bernard escuchando a escondidas y le ofrecen un poco de soma para que olvide lo que ha escuchado, pero Bernard lo rechaza se marcha.
Bernard y Lenina deben ir juntos a una reserva salvaje. Allí conocen a John El Salvaje, que también sufre las secuelas de un error en su formación. John es el hijo no reconocido del director de Utopía, algo que mantiene en secreto. John supone una mancha en el expediente del director, que se postula como un ser superior al resto de ciudadanos, ya que cometió el delito de dejar embarazada a la madre de John, Linda, y este hijo es el fruto de un embarazo natural. El salvaje se siente muy cercano a Bernard, ya que ambos se muestran claramente no conformes con el estilo de vida de Utopía.
Lenina confiesa que está embarazada, algo prohibido en Utopía, por lo que decide dar a luz a su hijo allí mismo, en la reserva salvaje. Lenina admite que le agrada la compañía de Bernard y que sólo se siente cómoda con él y con ningún otro hombre. Él le pregunta de forma abierta qué piensa sobre la libertad, pero Lenina no responde debido a las limitaciones de los ciudadanos Beta para hablar de ciertos temas y a que tiene una sobredosis de soma que la hace estar un poco ida. Bernard se siente incomprendido, rodeado de personas con tantas limitaciones a la hora de pensar.
Por culpa de la sobredosis de soma, Lenina cae rendida y duerme durante horas en la habitación de John El Salvaje, en su casa, donde se están quedando los tres. John aprovecha que está dormida para observarla sin que se dé cuenta, contemplando su belleza y reconociendo que se ha enamorado de ella, aunque es consciente de las dificultades de amar en la sociedad de Utopía. Sin embargo, se espanta cuando escucha cómo Bernard se acerca de nuevo a la casa.
Bernard es cada vez un ciudadano menos grato para Utopía. Es rebelde, inconformista y cada vez siente menos identidad nacional. Por ello, el director intenta enviarle lejos de la ciudad. Decide exiliarlo y le manda a Islandia, pero Bernard utiliza a John como arma arrojadiza y se lo presenta al director. También le presenta a Linda, y la credibilidad del director cae en picado. Las tornas cambian y ahora John El Salvaje es un ciudadano famoso, aunque no le agrada el nivel de vida de Utopía. Ve en Bernard un representante que vela por sus intereses, aunque Bernard se aprovecha de él para colgarse de su fama y ser popular con las mujeres. John también se vuelve popular entre estas mujeres, que se aprovechan de su ingenuidad, aunque él sigue enamorado de Lenina, quien sólo lo quería para tener sexo y nada más.
En un momento dado, John decide proponerle matrimonio a Lenina, quien sigue sin querer enamorarse, pero ahora decide disfrutar del sexo. John, por su parte, creía en el amor y que el matrimonio era la mayor consolidación del mismo. Esto enfurece a Lenina, ya que John la rechaza constantemente para tener sexo con él porque el salvaje busca una relación significativa y a largo plazo. Lenina decide desnudarse frente a John, pero él insinúa que es como una prostituta y la ofende. En ese momento, Linda sufre una sobredosis de soma y muere en el hospital, donde varios ciudadanos Beta y Delta observan el espectáculo. Bernard se dirige al hospital para consolar a John, pero éste se muestra agresivo y le roba las pastillas de soma, arrojándolas al suelo.
John alega que el soma es un medicamento maligno que los mantiene cohibidos e insta a la sociedad a dejar de lado el soma y preocuparse más por la libertad individual de cada uno. Los ciudadanos, sin embargo, se pelean con John por su actitud mientras Bernard y algunos empleados tratan de tranquilizar al salvaje. John comienza a alabar a Shakespeare y a su obra Romeo y Julieta, con la que se identifica por los sentimientos que Lenina despertó en él, pero escucha cómo los ciudadanos hablan mal del autor inglés y cómo su obra estaba prohibida por promover el amor romántico. Le justifican la existencia de los ciudadanos Epsilon porque la sociedad necesitaba de subordinados para recibir órdenes sin rechistar.
John reniega de Utopía y de sus habitantes, y Bernard decide apoyarlo, ganándose el odio de los demás. De vuelta en su comunidad, John transforma su amor por Lenina en deseo, aunque odia esta idea porque no era una decisión voluntaria, sino que estaba siendo víctima de las normas absurdas de Utopía. Poco a poco John comienza a sentir un placer culposo por el sexo y dejar de lado el amor, algo que le llena de amargura y culpabilidad, por lo que termina suicidándose.
Análisis de Un mundo feliz
Aldous Huxley se aventura en Un mundo feliz a presentarnos una sociedad en la que la felicidad está a la orden del día. ¿Qué ocurre en un mundo en el que no existe la tristeza? ¿Y cómo puede alcanzarse tal objetivo? Simple: erradicando todo aquello que puede producir dolor y anulando el pensamiento crítico a base de drogas.
La felicidad en Utopía es tan sencilla como tomar soma, obedecer a los gobernantes sin rechistar, aceptar tu lugar en el mundo y renegar de todas aquellas emociones y eventos que puedan generar dolor a corto o largo plazo. Por eso, las relaciones sexuales sólo pueden buscar el placer, y el amor y la familia están prohibidos porque, si existe amor y si existe familia, existe el dolor de la pérdida. Esto origina tristeza, y la tristeza es sufrimiento.
Así, Aldous Huxley crea un mundo prometedor, pero nada idílico donde la felicidad sólo es una máscara. La prueba está en John El Salvaje, un hombre que se crio rodeado de sentimientos y que, al tener que alejarse de ellos, acaba perdido en un mundo sin sentido donde nada tiene cabida, salvo el conformismo. Desgraciadamente, puede ser un libro difícil de leer y analizar, pero merece la pena hacer el esfuerzo para captar el mensaje y comprobar cómo el autor, prácticamente, predijo nuestro presente.
Con una fuerte crítica al consumismo, la falta de individualismo y la deshumanización, Un mundo feliz reflexiona sobre la imposición de la felicidad. Si bien las emociones consideradas negativas no son ideales, lo más adecuado es saber gestionarlas, no erradicarlas y disfrazarlas. De lo contrario, se crea una sociedad mecanizada, una dictadura perfecta que el autor supo describir a la perfección:
"Una dictadura perfecta tendría apariencia de democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que, gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían la servidumbre".
Personajes de Un mundo feliz
Personajes principales
Bernard Marx: personaje principal. Es un ciudadano Alfa de complexión baja y rostro poco agraciado, ya que sufrió una malformación cuando fue engendrado. Se cree que esta degradación también infuyó en su actitud, ya que se muestra rebelde e inconformista con la sociedad de Utopía. Su gran inteligencia despierta en él un criterio propio que enerva a los demás ciudadanos, sobre todo a los gobernantes.
Lenina Crown: una ciudadana Beta muy apegada a las leyes de Utopía. Su mejor amiga insiste en que debería disfrutar de una vida sexual plena, pero ella se niega porque no quiere enamorarse y porque tiene una fijación por Bernard. Al conocer a John El Salvaje, se olvida de Bernard y desea tener sexo con John en su lugar, y su nueva meta es vivir de los placeres sexuales, renegando del amor. Se transforma así en una mujer que anhela una vida libertina y promiscua.
John El Salvaje: un hombre que permanece lejos de la sociedad de Utopía. Fue criado en secreto por una familia indígena primitiva, en una civilización opuesta en la que el amor y el matrimonio eran válidos. Su forma de ver la vida dista mucho de las reglas de Utopía, de las que reniega activamente, y muestra sus sentimientos de forma abierta. Es producto de un embarazo natural, hijo del director y una mujer que tuvo que huir para criar a su hijo en las sombras.
Personajes secundarios
El director: un director de crianza que aparece al principio de la obra. Se considera un ciudadano superior cuya función es que se cumplan a rajatabla las reglas de la sociedad de Utopía. Odia a Bernard porque es un ciudadano Alfa que rompe las reglas a menudo y se muestra inconformista. Tiene un secreto guardado, y es que dejó embarazada a una mujer que tuvo un hijo, John El Salvaje.
El controlador: junto al director, otro de los gobernantes con mayor jerarquía dentro de Utopía.
Helmoholtz Watson: mejor amigo de Bernard. Sobresale en toda actividad que se proponga, y es atractivo y sexualmente activo.
Mustafá: un científico que se graduó en la universidad. También es uno de los gobernadores de Utopía.
Linda: madre de John El Salvaje. Quedó embarazada por el director en una de sus visitas a la reserva salvaje. Es reservada, comprensiva y amable. Muere por una sobredosis de soma.
Henry Foster: amante de Lenina, promiscuo y altivo.
Fanny: mejor amiga de Lenina. La intenta convencer continuamente de que disfrute plenamente de su sexualidad.
Última actualización: 02 abril, 2024
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