Resumen de Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez no necesita presentación. El escritor colombiano estuvo durante años deleitándonos con increíbles novelas que se quedaron para siempre grabadas a fuego en la historia, siendo una de ellas Relato de un náufrago, la historia de un héroe olvidado que pasó diez días a la deriva en el mar.
Aunque parezca una simple historia de supervivencia, Relato de un náufrago esconde una crítica política a la situación de la Colombia de aquella época, en la que la negligencia del ejército y los mandamases pudieron llevar a la deriva a un hombre inocente que pasó los peores días de su vida en altamar.
En Relato de un náufrago realmente hay un solo personaje importante: el marinero Luis Alejandro Velasco. Éste es un oficial de bajo rango de la Marina de Colombia, de veinte años de edad, que formaba parte de la tripulación del destructor A.R.C.
Audaz, valiente y fantasioso, Luis Alejandro se convierte en el único superviviente de este barco y, tras pasar diez días en altamar como un náufrago, regresa a Colombia convertido en un héroe que no se dejó seducir por la muerte a pesar de las circunstancias.
Otros personajes son simplemente mencionados, como Mary Adress, la novia de Luis Alejandro en Mobile; Luis Rengifo, compañero de litera; Ramón Herrera, compañero de juergas; Dámaso Imítela, quien rescata a Alejandro en Colombia junto a una muchacha; así como otros compañeros de tripulación.
Resumen de Relato de un náufrago
Relato de un náufrago cuenta cómo Gabriel García Márquez se reúne con el protagonista de esta travesía, un hombre que quiere contar su historia, pero sin que ésta sea deformada por la política ni la publicidad. Durante veinte días, en sesiones de seis horas el autor logra reconstruir la increíble historia de este náufrago.
Capítulos 1-5
Luis Alejandro Velasco era un marinero que se encontraba en Mobile (Alabama) mientras su barco era reparado. Un día, aburrido, decide ver El motín del Caine, una película en la que el capitán de un barco sufre una crisis de mando durante un tifón y la situación lleva al resto de la tripulación a un motín.
Afectado por la película, Luis Alejandro decide dejar la Marina una vez regrese a su Cartagena natal. Así, el 24 de febrero zarpó por última vez en su barco, invadido por el miedo a una posible tormenta similar a la de la película, por lo que no pudo conciliar el sueño.
Durante los primeros días de recorrido, Luis Alejandro se encontraba intranquilo por el clima en el Golfo de México. Sin embargo, el barco parecía navegar suavemente. Esto no duró mucho, ya que a medida que avanzaba, el barco se tambaleaba cada vez más y más hasta que toda la tripulación recibió la orden de trasladarse a babor.
Mientras los marineros se quedaban allá donde les habían ordenado, Luis Alejandro decide sentarse en la carga para no ser arrastrado por ninguna ola, con los recuerdos de El motín del Caine aún en su cabeza. Pero cuando quiso darse cuenta, una enorme ola había tumbado su barco y Luis Alejandro ya había caído al agua junto a sus compañeros.
Al caer al mar, Luis Alejandro se aferra a una de las cajas de mercancías. Entonces, ve una balsa salvavidas y se sube. Pensó que el destructor había sido destruido y hundido por la tormenta, pero no fue así. También vio dos transbordadores en el mar, pero uno de ellos fue devorado por una ola, de modo que decidió nadar rápidamente hacia el que aún quedaba en pie.
Nadando hacia el transbordador, vio a cuatro de sus compañeros en el mar. Intentó ayudarlos, en vano, ya que ninguno de ellos pudo alcanzar la balsa y se acabaron ahogando. Luis Alejandro, por su parte, se convenció de que en poco tiempo lo rescatarían y sobreviviría.
Luis Alejandro, intentando ser lógico, piensa que lo más probable es que en algún momento aparezcan aviones para buscar el destructor y dar con su tripulación. Para llamar la atención de estos aviones, decide quitarse la camisa para, al verlos en el aire, agitarla y llamar la atención. Desgraciadamente, pasó la tarde y no hubo señales de vida, ni por mar ni por aire.
Cuando anocheció, Luis Alejandro observó la estrella polar a la vez que consultaba la hora en su reloj, desesperado. Llegó a la conclusión de que el bote había estado avanzando en línea recta, pero probablemente en dirección contraria a Cartagena. Durante toda la noche Luis Alejandro no pegó ojo, por lo que siguió mirando su reloj, desesperado. Al amanecer, por fin vio un avión que se dirigía hacia su balsa.
Como tenía planeado, Luis Alejandro agitó violentamente su camisa para llamar la atención del avión, pero éste estaba demasiado lejos como para percatarse. Cuando el avión pasó de largo, el náufrago perdió toda esperanza, pero entonces vio cómo el avión daba la vuelta. Por un momento se creyó salvado, hasta que vio cómo el avión volvía por donde había venido. Esto se repitió varias veces con otros aviones. Luis Alejandro quiso pensar que, en una de esas vueltas, alguno de los aviones lo había visto, hasta que uno de ellos se fue y no volvieron a aparecer más.
A las cinco en punto aparecieron varios tiburones que rodearon la balsa del náufrago, devorando a los peces más pequeños alrededor. Fue así como Luis Alejandro se dio cuenta de que llevaba mucho tiempo sin comer ni beber. Al caer la noche, apareció un amigo suyo para hablarle y señalarle dónde estaba el puerto. Luis Alejandro remó en esa dirección y, efectivamente, vio las luces del puerto. Entonces se giró y su amigo ya no estaba allí. Al volver la vista al puerto, se dio cuenta de que las luces que vio eran los rayos del sol al amanecer.
Capítulos 6-10
Tres días habían pasado desde que Luis Alejandro naufragó en la balsa. El hombre comenzó a perder la noción del tiempo, ya que intentaba contar los días, pero se percató de que era febrero, un mes más corto que los demás, y perdió la cuenta del día en el que estaba.
Por la noche, su amigo volvió a visitarlo para hablar con él. Esto se repitió varias noches, hasta que en una de ellas vio un barco a lo lejos e intentó alcanzarlo sin éxito, hasta que desapareció en la oscuridad. Luis Alejandro estaba tan exhausto que quería morir, pero, pensando en los peligros que le acechaban, decidió sobrevivir a su travesía. Llegó a pensar en los caníbales para consolarse a sí mismo por estar a la deriva en el mar, y no en tierra.
El quinto día, el náufrago vio siete gaviotas sobrevolar su balsa, lo que le dio fuerzas para continuar. Cuando las gaviotas se marcharon, una niña se quedó esperándole en la balsa, y Luis Alejandro tomó la mano de la niña. La niña resultó ser una gaviota, que Luis Alejandro capturó y devoró con asco para sobrevivir. Los restos del animal los lanzó al mar para que se alimentaran los tiburones que seguían su balsa. Al caer la noche, la luna le recordó a las luces de los barcos, algo que le hizo sentirse en paz.
A las cinco en punto de su sexto día, Luis Alejandro decidió mascar unas tarjetas que tenía guardadas de una tienda de muebles, para poder aliviar su garganta y llenar su boca de saliva. Esa noche durmió a pierna suelta, lleno de optimismo, despertando con la certeza de que sería su último día en el mar, hasta que volvió a ver siete gaviotas.
Haciendo memoria, el náufrago se percató de que ya habían sido tres las veces que había visto siete gaviotas. Pensó que estarían perdidas y se desanimó creyendo que no se estaba acercando a la orilla, sino alejándose, y que esas siete gaviotas eran siempre las mismas, perdidas como él.
Durante el séptimo día, varios peces nadaron junto a la balsa de Luis Alejandro, quien ya no tenía esperanzas de llegar a ninguna parte. Intentó pescarlos con sus manos para comer, pero los peces escapaban fácilmente. Al sacar la mano del agua vio que la tenía en carne viva, y que estaba rodeado de tiburones.
En ese momento, un pez entró en su balsa, pero el náufrago, pensando que se trataba de un tiburón, lo golpeó varias veces hasta matarlo. El olor a sangre excitó a los tiburones, que comenzaron a golpear la balsa. Luis Alejandro, que había conseguido dos peces, decidió lavarlos un poco en el agua, pero un tiburón intentó quitarle uno de ellos. Entonces, él golpeó al tiburón con un remo, llevándose la mitad del pez consigo.
En la noche del octavo día el náufrago durmió sin problemas, pero despertó mucho más exhausto que de costumbre. De nuevo, deseaba morir y terminar con ese infierno. Además, le costaba dilucidar qué era real y qué no, ya que cada vez sufría más alucinaciones.
De repente, vio una raíz en mitad de la balsa. Esto le recordó la historia de Noé, cuando una paloma le lleva una rama de olivo para indicarle que la tierra estaba cerca. De nuevo, Luis Alejandro recuperó sus fuerzas para seguir luchando.
Capítulos 11-14
La noche del noveno día fue la más larga de todas, ya que se la pasó recordando la destrucción de su barco con todo lujo de detalles. Al amanecer, el náufrago no tenía fuerzas y el cansancio se apoderaba de él, por lo que, al mirar al horizonte, tuvo un espejismo en el que creía divisar la tierra.
Tomó su remo roto y navegó en dirección al espejismo, donde la tierra se perfilaba de forma más clara. Al llegar a unos acantilados, Luis Alejandro se lanzó al agua y nadó durante quince minutos, pero no podía encontrar la tierra, por lo que pensó que, efectivamente, se trató de un espejismo. Por desgracia, se había alejado demasiado de la balsa.
Luis Alejandro siguió nadando como pudo hasta ver, por fin, la tierra. Nadó en esa dirección hasta que sus pies se toparon con tierra firme; esa vez, no era ningún espejismo. Cuando el náufrago vio que estaba de pie, rápidamente se arrodilló y reptó por la orilla para que la corriente no le devolviera al mar. A pesar de las heridas, Luis Alejandro luchó contra la corriente para llegar a tierra firme.
Cuando por fin llegó al continente, buscó huellas de personas, pero, entonces, escuchó el ladrido de un perro y vio a una muchacha de piel oscura. Él la pidió ayuda en inglés, pero la joven huyó aterrorizada. Entonces apareció un hombre pálido con un burro y un perro y le dijo que le esperase, que volvería a por él. Cuando Luis Alejandro le preguntó dónde estaba, el hombre respondió que se encontraba en Colombia.
Cuando el hombre regresó con la joven, llevaron a Luis Alejandro a una choza donde le acostaron y le dieron agua con azúcar. El náufrago quería contarles su historia, pero no le dejaron hablar para que descansase.
Aparentemente nadie supo lo del naufragio porque sólo había una radio en la zona y la gente del lugar no escuchaba las noticias. Trasladaron a Luis Alejandro a un pueblo cercano para que le viera un médico, que le comunicó que había una avioneta esperándole y que lo llevaría a Bogotá, donde se reencontraría con su familia.
Luis Alejandro se convirtió en un héroe y todo el mundo quería saber su historia. Un periodista llegó a disfrazarse de médico para visitarlo en el hospital, donde se hizo con dos dibujos de Luis Alejandro para ponerlos en la primera página del periódico.
Luis Alejandro no sentía que hubiese cambiado, sino que seguía siendo el mismo. Recibió mucho dinero a cambio de rodar anuncios y contar su historia en la radio y la televisión. Con el tiempo, la gente le acusó de haberse inventado la historia, porque algo así no podría ocurrir, a lo que él respondió: "Entonces, ¿qué hice durante mis diez días en el mar?".
Opinión de Relato de un náufrago
Detrás de esta historia de supervivencia se encuentra una entramada crítica política. Y es que Relato de un náufragofue una obra polémica en su publicación, ya que escondía una mordaz crítica a la corrupción de la dictadura militar del que fuera entonces presidente de Colombia, Gustavo Rojas Pinilla.
Hoy, esa crítica ya no se aprecia de la misma manera. En su lugar, Relato de un náufragonos hace oscilar entre lo real y lo onírico, llegando a un punto en el que compartimos con el protagonista las dudas sobre qué está ocurriendo y qué no. Al igual que Luis Alejandro, como lectores nos adentramos en la locura de si lo que vemos es un simple espejismo o va más allá.
A través de sus páginas, vemos cómo el protagonista se convierte en un héroe simplemente por el hecho de no dejarse morir. De hecho, el propio autor nos invita a reflexionar y dudar sobre la autoría de la obra, ya que menciona en su prólogo que él es un mero narrador de una historia que no es suya, y con la que quiere hacer justicia a un héroe olvidado.
Última actualización: 10 mayo, 2020
Lector empedernido y amante de la fotografía. Me encanta la literatura de fantasía y ciencia ficción. Escribo resúmenes, opiniones y reseñas para ayudarte a decidir tu próximo libro.