Resumen de Maese Pérez, el organista, de Gustavo Adolfo Bécquer
Maese Pérez, el organista, es una de las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. Cuenta la historia de un anciano ciego de nacimiento con un don para tocar el órgano, tan talentoso como amable. Pero no todo es lo que parece y el órgano es más que un simple instrumento.
Maese Pérez: protagonista de la historia, un hombre anciano que disfruta tocando el órgano de la catedral. Enfermó y murió.
Personajes secundarios
La hija de Maese Pérez: decide ofrecer un homenaje a su padre aceptando formar parte de la catedral para tocar el órgano que solía tocar su padre.
El arzobispo: arzobispo de la catedral donde tocaba Maese Pérez.
La abadesa: la superiora del monasterio. Anima a la hija de Maese Pérez para que homenajeara a su padre tocando el órgano.
El organista de San Román: un joven que había sido designado para ocupar el lugar de Maese Pérez durante las misas.
Resumen de Maese Pérez, el organista
Primera parte
Maese Pérez, el organista, era un anciano ciego de nacimiento y reconocido en el convento de Santa Inés, en Sevilla. Tenía un gran talento para tocar el órgano y todo el que lo escuchaba se quedaba impactado con su maestría. El anciano había seguido los pasos de su padre, también organista, después de su fallecimiento.
Maese Pérez no sólo era talentoso con el órgano, sino también bueno y amable con las personas. Era invidente, pero confiaba en que algún día tendría la dicha de ver a Dios, lo que lo animaba a levantarse cada mañana con alegría y transmitir su optimismo a través de su música.
La leyenda de Maese Pérez comienza el día de Nochebuena. Se iba a celebrar la misa del Gallo en la iglesia del convento, por lo que éste estaba iluminado con toda clase de adornos y repleto de personas, entre las que se encontraba lo mejor de la nobleza sevillana, así como el arzobispo y su familia, todos para ver tocar a Maese Pérez.
A la hora de la misa, el anciano todavía no había aparecido, ya que estaba enfermo. La noticia corrió rápidamente dentro del convento y un hombre seco, huesudo y bizco se ofreció a tocar. El arzobispo aceptó, pero, justo en ese momento, Maese Pérez llegó al convento: se le veía pálido, desencajado, pero sabía que sería la última noche que podría tocar el órgano y quería despedirse del instrumento.
El anciano tocó el órgano con maestría, como siempre hacía cuando llegaba el momento de la eucaristía. Sin embargo, mientras el arzobispo realizaba su labor, un grito de mujer resonó en el lugar: era la hija de Maese Pérez, que vio cómo su padre moría ante sus ojos.
Segunda parte
Un año después de lo ocurrido, llega al convento el organista de San Román. Este organista resultó ser el mismo que se ofreció a tocar el año anterior, cuando Maese Pérez no aparecía. La gente, que lo consideraba un mal músico, intentó boicotear su actuación haciendo ruido, pero acabó maravillada al comprobar que tocaba con mucho talento y el órgano sonaba igual que con Maese Pérez.
Al acabar su actuación, la gente quedó maravillada, pero el organista juró y perjuró que no volvería a tocar ese órgano. Entonces, el arzobispo le propuso tocar el órgano de la Catedral al año siguiente, y el organista aceptó.
Al año siguiente, dos años después de la muerte de Maese Pérez, la abadesa del convento de Santa Inés habló con la hija de Maese Pérez, que se había metido a monja después de la muerte de su padre. Le pidió que tocara el órgano en la misa del Gallo, pero la hija del organista dijo que tenía mucho miedo porque la noche anterior había visto a su padre tocando ese órgano. La abadesa le aseguró que fue una fantasía y que su padre estaba con Dios, y que desde el cielo la inspiraría para tocar en esa ceremonia solemne, por lo que la hija de Maese Pérez aceptó para homenajear a su padre.
Cuando comienza la misa del Gallo, apenas hay gente en la iglesia del convento porque casi todo el mundo había ido a la catedral a ver tocar al organista de San Román. La hija de Maese Pérez sube a tocar el órgano, con cierto temor de no hacerlo tan bien como su padre. Pero justo cuando sube a tocar, el órgano empieza a sonar solo para sorpresa de los presentes. La muchacha, emocionada, gritó que el que estaba viendo tocar al espíritu de su padre, aunque no se veía a nadie sentado al órgano.
Cuando corrió la noticia, el arzobispo del convento comprendió por qué el organista de San Román había tocado tan bien el año anterior; no era él quien tocaba, sino el fantasma de Maese Pérez. Sabiendo esto, se arrepintió de haber ido a la catedral y no al convento, ya que el espectáculo del organista de San Román fue espantoso.
Opinión de Maese Pérez, el organista
Maese Pérez, el organista es una hermosa leyenda, sobre todo para aquellos que aprecian la música. Se trata de una leyenda emotiva y sobrecogedora, donde la fantasía y lo sobrenatural convierte una trama sencilla en toda una experiencia literaria.
Se trata de una lectura muy breve, ya que apenas consta de diez páginas, pero muy entretenida y hermosa. La prosa de Bécquer destaca por su belleza sin igual, y el autor sabe describir muy bien la música en este relato, que pareciera que se puede oír. Como si el alma de Maese Pérez, además de estar en el órgano, también estuviera entre las páginas.
Última actualización: 10 febrero, 2021
Lector empedernido y amante de la fotografía. Me encanta la literatura de fantasía y ciencia ficción. Escribo resúmenes, opiniones y reseñas para ayudarte a decidir tu próximo libro.
Pablo Navarro
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